Cuánto más les valiera a las hormigas
peregrinar al sur. Allí las
rubias
pirámides del trigo colmarían
por siempre sus afanes y el anís
o el orozuz del monte endulzarían
la gloria de sus años.
Pero son las cigarras
-ya lo dijo Cernuda-
las que sueñan volver a al sur un
día.
Ese sur de ligeros
paisajes y furiosos
caballos.
Las he visto
bajar desde las brumas y cruzarse
con las hormigas en los altos
puertos
que azota la cellisca. Siempre
tercas
las hormigas, subiendo
como oscuras legiones de
procónsules
a la conquista de un imperio
helado
que abanderan el humo y la
codicia.
Sé que nadie podrá ya convencerlas,
por más que el mismo Maeterlinck
se empeñe.
Ellas aman tan sólo
la virtud de su lábaro, el helor
industrioso. Y apenas
si poseen ese grado de nostalgia
necesario para volver al sur.
De El rey de las cigarras. 2003
No hay comentarios:
Publicar un comentario