Para Rosalía,
huesped de su jardín.
huesped de su jardín.
Ajeno a las preguntas
y a las revelaciones,
el cielo tuyo y mío
será el mismo del mirlo
que escuchamos
cantar cada mañana.
Dame tu mano. Cierra
bien los ojos al mundo y
abandónate
a la sabia lección
de su fragilidad, al
breve
azar con que sortea los
instantes
que aún están por
llegar
y, sin embargo,
adelanta su pico.
Escucha como burla los
sentidos
con sólo celebrarlos.
Y canta y se sostiene
-mirlo divino, timpano
del día-
eterno en su
ignorancia.
De Ropa tendida. 2013
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